jueves, 31 de marzo de 2011
Marina-Marina-Marina
lunes, 28 de marzo de 2011
http://www.youtube.com/watch?v=qMp-8TA_FFc
viernes, 25 de marzo de 2011
jueves, 24 de marzo de 2011
En los últimos cinco, puede que diez, años, lo más espiritual que he hecho ha sido meterme en una iglesia porque llovía mucho y no tenía dinero para tomarme un café en un bar. Lo hice muchas veces, ya que cuando llegué a Irlanda vivía a una hora y media del centro de la ciudad y pasaba el día allí, repartiendo currículos y sintiendo pena de mi misma.
Tarde algunos meses en descubrir que esa primera casa que alquilé, no estaba en un barrio en las afueras, si no que estaba en un pueblo distinto, aunque perteneciente al condado de Galway, llamado Knocknakarra.
Llovía. Sin parar. Y yo solía refugiarme en una pequeña iglesia presbiteriana con buen sistema de calefacción y luz suficiente para leer. Si dios iba a hacerme una revelación ese hubiera sido un buen momento. Pero lo más parecido a una epifanía que viví en aquel tiempo fue llegar a la conclusión de que nunca tendré descendencia, tras trabajar en esa misma parroquia como voluntaria con los hijos de los inmigrantes cada miércoles. Que quede entre nosotros pero hubiera asesinado a más de la mitad de ellos y el mundo hubiera tenido que darme las gracias.
No he pisado ningún tipo de templo desde entonces. Nunca me he planteado hacerme budista, ni estudiar la cábala, ni siquiera hacer yoga, por muy de moda que esté. Soy un producto del capitalismo que se mantiene sin adulterar. Me gusta ir de compras, los restaurantes de moda, los cócteles de colores y las películas comerciales. Hubiera querido ser de otra manera pero creo que mucho más triste que ser una persona materialista y de gustos mediocres, es serlo e intentar aparentar otra cosa.
Por eso cuando vi. el cartel, en principio solo me acerqué por curiosidad. Decía "Sesiones gratuitas de desnegativización en grupo. Únete". No hubiera resultado más raro si hubiera puesto "Los marcianos aterrizan aquí todos los días a las seis y a las diez". Pero bueno, era una de esas tiendas de hierbas, tofu, libros de autoayuda, flores de Bach, sedas salvajes y péndulos de cuarzo, todo agrupado bajo el genérico "terapias naturales".
Una chica se asomó a la puerta, llevaba un vestido naranja largo, y la cabeza rapada. En una chapita sobre su pecho izquierdo se leía "Iris". Me dijo que iban a empezar a desnegativizarse en cinco minutos y que si me apetecía participar. Estaba a punto de echarme a reír cuando me di cuenta de que UNO tenía el día libre y ningún plan inmediato y DOS que me estaba meando desde hacía un rato y que no parecía haber ningún bar cercano.
Le dediqué la más radiante de mis sonrisas y me fui con ella para dentro preguntando por el baño.
---------- Continuará-----------------
miércoles, 23 de marzo de 2011
- ¿Cómo es que tienes una cabellera tan abundante a tu edad?
- Por lo mismo que puedo mantener una erección hora y media.
-----------Cosas que me pasan por preguntar gilipolleces---------------------
martes, 22 de marzo de 2011
Y cuando dejaron de reírse con Padre de Familia y de emocionarse con Héroes y la pizza barbacoa perdió su sabor, y el porno gratis su color, se dieron cuenta de que la solución sería convertirse en personas resolutivas que administraran su tiempo de una forma eficaz.
Así fue como los perezosos tras ser expulsados del paraíso de la inconsciencia procrastinaron el resto de sus vidas y no volvieron a disfrutar igual de los placeres de la postración ni tampoco de la satisfacción del trabajo bien hecho.
Todo, para que el resto de la humanidad tuviera un ejemplo del que intentar alejarse con la intención de “llegar a algo en la vida” y para que aquellos que “ya no van a llegar a nada en la vida” tuvieran en qué convertirse.
Esta es la historia de cómo estos entrañables vagos se sacrificaron por todos nosotros, tal como a mí me la contaron, antes de preguntarme “¿Has visto algo de la segunda temporada de Drop Dead Diva?” y convertirme en incondicional de su doctrina.
lunes, 21 de marzo de 2011
Saludos. Dos besos. Cómo te ha crecido el pelo. No sabía si tenía que traer algo. Anda, pasa. Veo que te has arreglado para mí. Jajá ¿qué esperabas?
Vestido con un pijama barra chándal, parece más alto aún si cabe. Le miro las pantuflas por si son de esas que llevan una cuña y un pompón (en color rosa). Pero no. Me dejo conducir al salón. Apaga la tele. Enciende el portátil. ¿Te apetece una infusión? Y si, claro, me apetece.
La bolsita de té tiene dos cordones y se escurre sola al tirar de ellos en direcciones opuestas, lo cual me parece fascinante. Me recuerda a esas cometas que hay que volar con las dos manos. De pronto quiero una.
¿Pero tú no tenías ya un blog? Sí, pero era uno de esos en plan intimista donde cuentas que has tenido un mal día en la oficina y no te molestas en poner acentos. ¿Y este nuevo cómo va a ser? No sé. En realidad puede que solo se trate de que si alguien busca “Cora Villanueva” en Google aparezca algo más que fotos mías enseñando el culo. Risas. (No hay tales fotos.)
Enséñame que has traído escrito. No, si no he traído nada. ¿No? ¿Pero cómo quieres que creemos un blog sin entradas? Seguro que no se puede.
Pero se puede. Otra cosa es que se deba. Lo que ocurre es que después cuando intentas encontrarlo a través de un buscador no aparece por ninguna parte. Lo cual es lógico porque un blog sin contenido es tan inquietante como una embarazada en una película de terror.
Naufragamos en la sopa de HTML del diseñador de plantillas. Y después sufrimos los rigores del Photoshop. Me como dos huevos duros. Hablo sin parar porque estoy nerviosa. Cuento lo del sueño aquel en el cual me enrollaba con mi exjefe, pero no era enrollarse exactamente porque a su alrededor había un campo de fuerza que me impedía acercarme a menos de un palmo, pero estaba bien porque el campo de fuerza sabía a algodón dulce.
Él me mira como si me viera por primera vez. Cora, cariño, tienes que dejar esa dieta. Pues puede ser.
En la cabecera quiero poner detrás del título, una vista de Madrid, un zapato de tacón, una barra de labios… Claro, claro, ¿Y por qué no también un avión, un barreño, un árbol milenario…?
Me lo replanteo. Bueno, vale, menos es más. Nos lleva cuatro horas y toda clase de contorsiones en el sofá que es muy cómodo para no hacer nada pero un instrumento de tortura si pretendes hacer algo mientras estás sentado en él.
Bueno, me marcho. Oye, muchas gracias. Escribe. Que sí que escribo. Si no, dejo de ser seguidor tuyo ¿eh? Jajá. Nos vemos. Te llamo. No, ya te llamo yo y te cuento como me va el martes. Genial, oye cuídate. Claro. Venga adiós.
Y me quedo sola mirando mi reflejo en el espejo del ascensor intentado pensar algo trascendente que pueda ser un punto de partida para mi primera entrada. Pero no puedo concentrarme porque tengo hambre. Y porque tengo la sensación de que me he dejado cosas por decirte.Pero sobre todo porque tengo mucha hambre.